Por Piolín
de Chorizo
Como
siempre, estuve de vacaciones en Las Toninas. Al volver, pensé en hacer uno de
mis irónicos destilados sobre el triste destino del Setubalito, de lo que nos
esperaba este año con los temas que tenemos pendientes, y mil cosas más.
Pero
me enteré de que se nos fue el Flaco Recce. Así, de golpe y golpeándonos a
todos. Se me fueron las ganas, desapareció toda inspiración.
No
fui amigo del Flaco, solamente un amigote. No conocía a su familia, no
compartíamos muchos tiempos ni ideales. Me hubiese gustado conocerlo más.
En
momentos duros, donde fue más fácil hacerse de enemigos que de amigos, el Flaco
siempre tuvo una sonrisa, un comentario amable, una solución, un resorte para
tocar.
No
voy a caer en la común simpleza en la que muchos caemos, de transformar en
buena gente a hijos de mala madre por el hecho de haberse ido. En este caso, el
Flaco era buena gente de verdad, un adversario político digno de respeto, un
interlocutor válido, una buena oreja, una opinión para escuchar.
Escribo
esto a título personal, pero imagino que mis compañeros de este blog están de
acuerdo conmigo.
Se
nos fue el Flaco, un pedazo de historia de nuestra Facultad, un dinosaurio
digno.
Flaco,
donde estés, seguro que las cosas andarán mejor a partir de ahora.
¿Qué
más puedo decir? Se nos fue el Flaco Jorge Recce. Deja una herida en todos que
tardará en cicatrizar.
Se nos fue un buen tipo.
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