Nuevo
estudio con datos oficiales
El 42,9% se recibe en
tiempo y forma contra el 25,5% de los estudiantes que van a las estatales. El
“incentivo” de pagar una cuota, el mayor seguimiento a los alumnos y los paros
docentes, entre los motivos.
El
sistema universitario público argentino es quizás el más inclusivo de América Latina. Pero, según el último informe del
Centro de Estudios de la Educación Argentina, también es uno de los más “ineficaces”. Según datos oficiales analizados por el CEA, en el
período 2009-2013 se
graduó solo uno de cada cuatro alumnos que habían
ingresado en el período 2003-2007: la tasa de eficacia de las universidades
públicas es de apenas el 25,5%. En las privadas, en cambio, el porcentaje de
graduación es casi el doble: 42,9%.
En
términos absolutos, las universidades privadas representan solo el22% de la matrícula universitaria. En 2014 las privadas tenían 403.373 alumnos; las
públicas, 1.468.072. Sin embargo, ese mismo año las privadas aportaron un tercio de los graduados: 39.079, contra 81.552 en las públicas. ¿Qué
factores explican esta diferencia?
“En el sistema público, al no tener un proceso de selección externo a
través de un examen de ingreso, la selección de alumnos se realiza dentro de la
propia universidad. Esto provoca una mayor tasa de deserción; es una particularidad intrínseca del
modelo”, señala Marcelo Rabossi, investigador
de la Universidad Di Tella. En esto coincide con Alieto Guadagni, director del
CEA, quien subraya que en los países con examen de ingreso los estudiantes "llegan mejor preparados a la
universidad porque estudian más en la secundaria".
Para
Rabossi, además, hay una influencia del factor económico: “En el sector público, permanecer como alumno por
encima del tiempo teórico de finalización de la carrera, o cambiar de carrera
una y otra vez, no tiene un costo monetario. En el privado, sí”.
Rabossi
también menciona diferencias organizacionales: “Se percibe un mayor control y un
seguimiento más personalizado en
las privadas. Resulta lógico: ahí perder un alumno es costoso en términos
monetarios, mientras que este aspecto no afecta mayormente a las públicas”.
Además, el especialista sostiene que la “mayor conflictividad”
de las públicas, sea por reclamos docentes o conflictos administrativos,
también puede funcionar como un factor de “expulsión” para ciertos alumnos.
Mónica
Marquina, investigadora y directora del programa de Calidad de la Secretaría de
Políticas Universitarias, disiente: “Prefiero hablar de calidad y
no de eficacia, lo que permite dar lugar a un amplio espectro de
acciones que vienen realizando las universidades, y que deben ser acompañadas
por políticas de Estado”.
Para
Marquina, “la universidad puede colaborar en hacer más fluida la brecha que hay entre la
secundaria y el nivel superior,
y trabajar con ayuda del Estado en acciones como tutorías,
enseñanza por medio de resolución de problemas o nuevas tecnologías”.
Marquina sostiene que, aunque aún son bajos, los indicadores de graduación se
incrementaron en los últimos años. Y afirma que la educación universitaria debe
concebirse “como
un derecho, y no como un privilegio y un cálculo de costo-beneficio”.
Por
su parte, Julieta Claverie, investigadora de la Universidad Nacional de Tres de
Febrero, advierte que el problema de la baja graduación no demuestra mejoras
significativas en los últimos años: “La universidad debe cuestionarse a sí misma, en cuanto a las prácticas de enseñanza que reproduce
y las estrategias que aplica para favorecer la permanencia y
la graduación”. De todas formas, para Claverie “hay que darles tiempo a las
universidades creadas en las últimas décadas,
que pueden facilitar el éxito a los estudiantes que hasta ahora debían
movilizarse para acceder a estudios superiores”.
Para
Claverie, la
solución no pasa por restringir el acceso,
lo que implicaría dejar fuera a los sectores sociales desfavorecidos.
El desafío, sostiene, es repensar la universidad y poner el foco en los aspectos
curriculares y didácticos. Algunas propuestas:
"Redefinir los planes de estudio, ordenar los horarios de cursada,
incentivar el mantenimiento de cohortes para favorecer el intercambio grupal
entre alumnos, cuestionar las prácticas didácticas y los dispositivos de apoyo
a la enseñanza como tutorías y becas".
Clarin, 07-07-2016, Alfredo Dillon
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