Por Piolín de Chorizo
Estaba – como casi todas mis
tardes – aprendiendo de la Familia Ingalls a vivir en nuestra Nueva Argentina,
la de la paz, la convivencia y el diálogo y (aprovechando estas fiestas)
tratando de pasar mi “Vía Crisis” lo más austeramente posible. Tratando de huir
de la fama, del dinero y de la gloria, y teniendo pleno éxito. Pensando que por
ser judío no puedo comer pan, por ser cristiano no puedo comer carne, por ser
argentino no puedo comer pan ni carne y, de yapa, por ser docente universitario
tampoco puedo comprar huevos de pascua, ni conejitos de ídem, ni una rosca
pascual, ni pan ácimo molido, que vaya uno a saber por qué maldito milagro
paisano de Peisaj es más caro que el pan común. Y ni hablar de comer choripanes.
Eso me haría blanco de las nuevas armas de recesión masiva que esgrimen
nuestros gobernantes y sus familiares y amigos.
En estos días se conmemoran
fechas sagradas para gran parte de la humanidad, debidas a un judío y a un
egipcio (Jesús y Moisés), que fundaron religiones de las que no eran parte
(lógico: nadie puede fundar algo que ya estaba, dirían Les Luthiers). Cuestión
de creyentes, como lo de las inversiones del segundo semestre y los brotes
verdes.
Moisés y Jesús, entonces, cada uno en su tiempo y a su manera,
fueron más allá. Ambos, revolucionaron su época, y marcaron el inicio de otra.
Y si Moisés fue quien dirigió
y condujo el Éxodo de los judíos de Egipto, donde eran esclavos, si los liberó,
entonces Peisaj es una fiesta de liberación de un pueblo. Quizás la primera
registrada que da cuenta la Historia de la Humanidad.
Por supuesto que es una manera de interpretarlo. Hay otras, más
conservadoras, o imaginativas, o religiosas.
Ya sabemos que la palabra “liberación” goza de mala prensa estos últimos
tiempos, en los que sí se habla de “libertad” pero individual. Mucho que ver
con el arreglátela como puedas, meritocracia y cosas así. Pero la realidad es
que los judíos dejaron de ser esclavos todos juntos. Al menos eso es lo que
dice el Antiguo Testamento.
Muchos prefieren mirar para otro lado, quizás para el lado de
Egipto, de aquel Egipto de la esclavitud, aquel donde el gato era sagrado, y
donde los hermanos de los faraones se hacían ricos consiguiendo el contrato de
construcción de las pirámides, o algo así. Pero los judíos se fueron todos
juntos.
Y si hablamos de Jesús: fue quien “echó a los mercaderes del
templo”. Hoy dirían que ¡Es un populista K! Lopérfido diría que fueron en
realidad cuatro apóstoles, no doce.
Muchas cosas se podrían decir de Moisés, y de Jesús. Pero no te las
voy a decir acá. Yo, Piolín de Chorizo, prefiero quedarme con esa imagen de
revolucionarios (no de la alegría, precisamente), y respetaré tus creencias o tus
no creencias, lector.
Lo cierto es que
esta Semana Santa empezó, no con un “domingo de Ramos” sino con un “Domingo de
Palos”. Y no fue Jesús quien echó a los mercaderes del templo, sino Mauricio, o
al menos eso dicen, quien quiso echar a los docentes de la Plaza.
¡Echar con violencia a los docentes! ¡Eso sí que es caer bajo… mucho
más bajo que quienes hayamos caído orgullosamente en la educación pública! Pero
debo recordar que antes fueron los jubilados, y después los estudiantes
jujeños, y antes los despedidos de Cresta Roja, y después la murga de la Villa
1.11.14, o ya no me acuerdo del número. Y antes fue Jorge Julio López, y José
Luis Cabezas, y treinta mil más… a eso nos lleva esa espiral de violencia que
no dudo en llamar “pre-terrorismo de estado”. Pero se sabe, soy un dinosaurio
setentista que sueña con reflotar a Setubalito y a lo mejor exagero. No sé cómo
echar puentes sobre esta grieta.
“A Dios rogando y con el mazo dando”, parecería ser una frase bien actual.
Y frente a las catástrofes, ya no se limitan a rezar, ahora se han puesto
activos. Por ejemplo, en Comodoro Rivadavia, una inundación que haría palidecer
a Noé, ¿qué hizo el gobierno? Como la otra vez los habían acusado de quedarse
quietos, esta vez… aumentaron los precios de los alimentos, que evidentemente,
es lo mejor, sino lo único, que saben hacer en caso de riesgo o emergencia.
Quien diga que no lo hizo el gobierno, sino los dueños del supermercado, deben
saber que, así como el pueblo gobierna a través de sus representantes, el
gobierno lo hace a través de sus gerentes. ¿Se inunda? ¡Aumenta el precio de
los alimentos! ¿Se incendia? Sube el precio del agua. ¿Llueve? Sube el precio
de los paraguas. ¿Hay dengue? Sube el precio del repelente de mosquitos. ¿Hay
sida? Te sacan hasta las ganas de sexo… (de hecho, se venden muchos menos
preservativos, según encuestas). ¿Hay corrupción? Te suben las denuncias contra
el gobierno anterior, y maldita sea esa yegua.
Y así podríamos seguir. Pero no quiero hablarte de eso, o tal vez
sí. En todo caso, hablo de esta semana, sagrada para muchas y muchos, dolorosa
para tantos otros, de lucha, de reflexión, de rosca, de knishes y guefilte
fish, o de lo que cada uno decida hacer y creer.
Quería hablarte, en realidad, de un pueblito de Cataluña llamado Manlleu,
muy cercano a Barcelona (hoy se llama Santa María de Corcó). A mediados del
siglo XIX se caracterizaba por su producción textil. Pero era una elaboración
muy singular: todos trabajaban para un tipo pero en sus casas. Hubo un momento
en que a este caballero se le ocurrió juntarlos a todos en un edificio y
ponerles horarios y cuotas de producción, a lo que los tejedores respondieron
con una huelga.
¿Qué hizo entonces el caballero catalán? Fue al pueblito más cercano
a Manlleu y contrató a gente para que llenara la fábrica y trabajara ahí. Ese
pueblito se llamaba L’Esquirol, y desde entonces se les llama “esquiroles” a
los rompehuelgas.
También
los llamamos “carneros” en Argentina, Uruguay y Paraguay. El origen del
concepto proviene aparentemente de los movimientos inmigratorios europeos que
trajeron expresiones sinónimas (krumiro y esquirol), y luego en el Río de la
Plata se impuso el término “carnero”.
Desde el punto de vista del desarrollo del significado del término, se
considera que durante el siglo XVII se refería a la idea de paciencia,
mansedumbre, tolerancia o consentimiento. En el diccionario de la Real Academia
Española se incluye varios refranes relativos al carnero que ayudan a
comprender el valor despectivo que podía tener el término: “El carnero encantado,
que fue por lana y volvió trasquilado”, que vendría a significar “contra los
codiciosos que, por buscar más de lo que tienen, se quedan sin lo que poseían”.
“Harto está el carnero”, significando “contra los ociosos y bien mantenidos,
que por hacer ruido y ocuparse en algo, son atrevidos e insolentes.” “Cuando la
vieja no tiene dinero, no tiene carne el carnero”, es decir, “contra los que no
pudiendo tener cosas que desean, las desprecian y desacreditan”. Más adelante,
el término agregó la acepción que aludía a quien “sucumbe sin carácter, que
sigue ciegamente las inspiraciones de otro”. Estas acepciones demuestran que el
término, cuando comenzó a ser usado en el Río de la Plata a comienzos del siglo
XX para significar “nombre que los obreros huelguistas aplican a aquellos que
no se han plegado al movimiento y siguen asistiendo a su obra”, venía ya
cargado de valorizaciones negativas. En las primeras expresiones públicas en
las que fue utilizado el término con el sentido de rompehuelgas se le adjudicó
la calificación moral de la traición. La traición no era una cuestión
específica de una huelga o de una movilización, sino fundamentalmente contra la
clase. El carnero es, entonces, un lumpen, un traidor a su clase.
Sencillamente.
Ahora,
quisiera saber, amigos, colegas y vecinos, qué significa que no haya encontrado
lugar para estacionar el Gordini el once de abril, cuando fui a la Obra Social.
El once de abril fue día de paro nacional de todos los niveles educativos,
privados y públicos, porque cagaron a palos a los maestros en la Escuela
Pública Itinerante. En la Obra Social no había casi nadie.
Muchos de los comentarios que
he leído en las cadenas nacionales hacen que huelan más feo que la jaula de
monos de cualquier zoológico que tenga gorilas, aunque los rocíen con Kenzo. A
ver si aclaramos: Los docentes estaban instalando una ESCUELA ITINERANTE
(habiendo avisado como corresponde), para educar al pueblo - nosotros y ustedes
- sobre el conflicto docente y los derechos laborales, no para dar clases de
apoyo en Geografía. NO había choripanes, NO había
micros, NO estaban evitando trabajar (era domingo a las 8 de la noche), NO
estaban impidiendo la circulación libre de ningún ciudadano, NO estaban con la
cara tapada, NO tenían palos, NO estaban vandalizando nada. Pónganse contento
el gran mono de que nuestro gobierno está comprando armas para reprimir, así
los maestros sabrán que educar es perjudicial para la salud. Y a ver si caga a
palos al Ludueña, al Colastiné, al Salto y a otros ríos que andan cortando las
rutas, y que no los dejen actuar impunemente como hicieron con Buryaile, a
D'Elía y otros dirigentes del sindicato de dueños de campos que también
cortaron las rutas, encarecieron todo lo que se podía comer y ahora nos
gobiernan y legislan, y que también instalaron en 2013 una "carpa
blanca" que solo provocó sonrisas o carcajadas.
Volviendo
a la playa de estacionamiento de la Ciudad Universitaria el once de abril. No
quiero que me digan que fueron pero no firmaron. Ese es un dato para la
estadística de ADUL, que puede decir que hubo un 80% de acatamiento o más. Pero
sabemos que no fue así. Sabemos que el docente universitario, viendo esa playa,
es un lumpen que no tiene la menor conciencia de clase. En definitiva, es un
esquirol, un carnero, un rompehuelgas que se cree superior. Es un tipo que no
se da cuenta de que, al depender de un sueldo, lo único que lo separa del limpiavidrios
emergente o del choriplanero que alquila el carro y el caballo de algún
“empresario” para poder cartonear es una delgada línea sostenida por algún
concurso muchas veces amañado, o sin oponentes, o por ser amigo de las
autoridades. Y peor es aquel docente titular o adjunto que obliga a sus
ayudantes a romper la huelga. Superen el asco que tienen hacia el olor a
auxiliar o j.t.p.: llévenlos a sus casas, o trabajen en algún barcito con WiFi,
o sencillamente no trabajen, no rompan la huelga, no sean esquiroles, no sean
carneros.
Discúlpenme.
Me dejé llevar por un romanticismo que no va en este posmodernismo y
post-reformismo que nos afecta. Pero, ¿por qué será que en el ámbito de las
Universidades Nacionales se cree que UNL significa Un Negocio Lucrativo? Tarea
para el hogar, queridos amigos, colegas, parientes y
vecinos. Mientras tanto, una reflexión final. Por favor, no seamos como los
chanchos. Miremos para arriba, aprendamos algo de los aviones. Fueron por los
treinta mil, por López, por Cabezas, por los niños murgueros, por los
trabajadores despedidos, por los maestros, por los estudiantes y por los
dineros de todos nosotros, los que dependemos de un sueldo. Preparémonos,
porque pronto irán por los científicos, los comerciantes, los pequeños
industriales, los bancarios (no los banqueros), camioneros y ferroviarios, los
portuarios, por la autonomía universitaria y hasta por los
policías y jueces que creen en la justicia con los ojos vendados.
Y
entonces… ¡¡Felices Pascuas, Peisaj and all that jazz!! La casa está en orden.
¡¡Vermú con papas fritas and good show!!
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