A casi un
año de la muerte del científico del Conicet, Andrés Carrasco, la OMS le dio la razón: el glifosato es cancerígeno.
Incluso en el paper en donde detalla los peligros del herbicida se refiere a
las consecuencias que provoca en animales.
A casi un
año de la muerte del científico del Conicet, Andrés Carrasco, la OMS le dio la razón: el glifosato es cancerígeno.
Incluso en el paper en donde detalla los peligros del herbicida se refiere a
las consecuencias que provoca en animales.
A
través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc), dependiente de la OMS, se declaró a
cinco pesticidas como cancerígenos “posibles” o “probables”. El herbicida
glifosato (sustancia activa del Roundup, de Monsanto uno de los herbicidas más
vendidos) y los insecticidas diazinón y malatión han sido clasificados como
“probablemente cancerígenos para los humanos”.
En la Argentina se usan unos
300 millones de litros de glifosato en 28 millones de hectáreas, especialmente
en las que se produce soja. Sobre
el herbicida glifosato hay “evidencia limitada” de que puede producir linfoma
no-Hodgkin en seres humanos, y hay pruebas “convincentes” de que puede causar
cáncer en animales de laboratorio. Su uso se ha disparado a partir del
desarrollo de cosechas modificadas genéticamente para hacerlas precisamente
resistentes al uso de este agente.
Cabe
recordar la descalificación por parte de las autoridades nacionales de los
estudios realizados por Carrasco que habían confirmado lo que ahora
asegura el organismo internacional.
Al
mismo tiempo, los insecticidas tetraclorvinfos y paratión han
sido designados como “posiblemente cancerígenos para el ser humano” por esta agencia, con sede en la
ciudad francesa de Lyon.
Estos dos últimos
productos entraron en el llamado Grupo 2B establecido por la Iarc al hallarse
“evidencias convincentes” de que esos agentes causaron cáncer a animales de
laboratorio.
El tetraclorvinfos está
prohibido en la Unión Europea, aunque en EEUU continúa usándose incluso en
mascotas, y el uso de paratión está muy restringido desde los años 80 del
pasado siglo.
El insecticida
malatión, por su parte, ingresó en el Grupo 2A por las “evidencias limitadas”
de que produciría linfoma no-Hodgkin y cáncer de próstata en humanos, según
recogen estudios realizados en agricultores de Estados Unidos, Canadá y Suecia
publicados desde 2001.
Este agente se usa en
la agricultura y se produce en grandes cantidades en todo el mundo, aunque la
exposición de la población es baja y sucede principalmente en residencias
cercanas a áreas en las que se ha utilizado.
El diazinón es
“probablemente cancerígeno” al haber “evidencia limitada” de su relación con la
aparición de linfoma no-Hodgkin y cáncer de pulmón en quienes se han visto
expuestos a él, según estudios realizados en EEUU y Canadá.
Existe una “fuerte evidencia”
de que el diazinón indujo daños sobre el ADN o sobre los cromosomas. Se ha
utilizado normalmente en agricultura y para el control de insectos caseros y de
jardín, aunque su volumen de producción es relativamente bajo, especialmente
después de las restricciones que entraron en vigor en 2006 en EEUU y la UE.
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