Por GRD
El proceso de selección de Directores de
Departamento de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas representó una
rotunda lección política.
El Decano y el grupo que gobierna la Facultad
nos dio una lección política a quienes somos parte del Grupo de Reflexión
Política (GRD, como se acostumbra decir en una Facultad propensa a las siglas)
que nos presentamos como candidatos a Directores de Departamento.
Lección que a través nuestro, pensamos, se
envía a la comunidad académica toda.
La lección es múltiple pero vamos a desglosar
tres sentidos fundamentales:
La primera es
acerca de la compleja imbricación entre la toma de decisiones y la organización
académica-disciplinar de una Facultad. Las Direcciones de Departamento son
parte del gobierno de la Facultad y por ello quienes la gobiernan no están
dispuestos a cederlas. Si bien los Departamentos son un modo de organización de
la estructura académica-disciplinar sobre fundamentos epistémicos, los
Directores de Departamento están integrados a los procesos de toma de
decisiones y estos cargos deben estar controlados por el grupo que gobierna la
Facultad. Tal es así, que los gobernantes conforman el Jurado de selección; el
mismo está compuesto por el propio Decano, la Secretaría Académica y un
representante del Consejo Directivo (además por un representante por el
estamento de profesores, uno por el de docentes auxiliares y uno por los
estudiantes). El Gobierno de la Facultad tiene por reglamento una mayoría
asegurada.
La segunda
lección es que no hay principios político-académicos a los que el grupo que
gobierna la Facultad se ajusten o respeten o sigan; hay sí una máxima
pragmática: lo hacemos porque podemos y podemos porque queremos. La comparación
de los tres dictámenes en la que los candidatos que pertenecen al grupo que
gobierna la Facultad son propuestos permite ver esto con total claridad. El
repertorio de razones movilizado por quienes gobiernan la Facultad para apoyar
su decisión política es en cada caso diferente. Lo más escandaloso es visible
en el caso del Departamento de Formación Complementaria cuando llaman a la
vergonzosa presentación del candidato oficialista, “propuesta sintética” (menos
de una página).
La tercera
lección es que el Consejo Directivo de la Facultad no delibera sobre los
problemas académico-políticos de la propia Facultad y que no hay posibilidad
alguna de que lo resuelto por el decanato sea efectivamente puesto a
consideración. Esta es la lección que menos queremos aprender porque ello
implica aceptar que la idea misma de Universidad reformista está en ruinas.
Hay más dimensiones que podríamos explicitar
pero resumimos todo diciendo: nos
quisieron aleccionar. No hay que animarse
públicamente a ser un grupo político alternativo –un grupo político con ideas
alternativas acerca de cómo puede ser una verdadera Facultad y Universidad– al
grupo que gobierna la Facultad.
Podría la comunidad académica de la Facultad
y de la Universidad del Litoral preguntarse: ¿por qué se presentaron si sabían
que los Directores de Departamento estaban ya decididos por el grupo que
gobierna la Facultad? Hay dos razones
fundamentales:
1. Nunca hay que dejar de hacer oír la voz de
la disidencia a quienes gobiernan aunque su respuesta sea una cínica sonrisa
expresando lo sabemos y no nos importa.
2. Nunca hay que dejar de desenmascarar las formas de descarada
manipulación de la democracia por parte
de quienes gobiernan la Facultad y los
modos en que actúan de manera ilegítima y sanguinaria.
Una Universidad y una Facultad se hacen sobre
la base de ideales y nosotros estamos dispuestos a defenderlos y a encarnarlos
en nuestra propia vida universitaria.
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