Por
Piolín de Chorizo (ignorante sin remedio)
Caramba
– pensé mientras entraba a la bitácora del GRD (hacía mucho que no la leía) –
qué atrasados que estamos… hace cuatro (¡cuatro!) años que estamos discutiendo
el Régimen de Enseñanza. Mientras, silbaba una chacarera que me andaba dando
vueltas por la cabeza hacía mucho tiempo. Era de esas canciones que una vez que
se te pegan al oído no tenés cómo sacarlas, como la Marcha Triunfal de la Aída
de Verdi, o el riff de SmokeontheWater, de Deep Purple, o el Chu-chu-á-á-á de
Piñón Fijo, o la Marcha Turca de Mozart.
Me
puse a leer la propuesta de la Gestión y las modificaciones sugeridas por “los
abajo firmantes” (me pareció que eran todos subversivos del GRD) y me
parecieron todas lógicas. Algunas de forma y otras no tanto. Y también me puse
a leer muchas de las opiniones de Cachito Romano, tan claro y medido él. ¿Y
saben qué? Cachito tiene razón en muchas cosas. Por ejemplo, que a veces se me
va la mano y escribo mucho citando a gente que pocos leen y entienden
(Foucault, por ejemplo), o afirmando que soy un dinosaurio sesentista que se
quedó en la historia refugiado en un submarino de la segunda guerra, debajo del
mar, escuchando a Robert Waters, David Gilmoury Jimmy Page. En una cosa
importante se equivocó: de ninguna manera pienso que lo pasado es lo mejor;
creo firmemente que lo mejor está por venir. No hoy ni mañana, pero vendrá, ya
quelos idiotas ganaremos por la simple fuerza de nuestro número.
Volviendo
al Régimen de Enseñanza. Una vez aceptadas las propuestas me parece que quedará
armado un cuerpo muy armónico, muy medido y muy claro, pero (citando nuevamente
a Cacho) complementando a una burocracia que se está haciendo carne en el manejo
de la cosa pública, ya que la educación no es otra cosa. Siempre sostuve que la
Educación es un arma que carga y usa el Estado para hacer cumplir sus
políticas. Políticas de Estado.
Por
supuesto que el Régimen de Enseñanza es solamente un intento de regularización
del ciclo enseñanza-aprendizaje dentro de nuestra Facultad, imponiendo en
algunos casos y sugiriendo en otros normas comunes, y no pretende ser otra
cosa.
Aquí
me interrumpió en mis meditaciones Tomatito Cherry:
-Piolín, amado mío - ¿viste que
la tía Corina está muy, muy jodida?
-¡¡No!! ¿Qué le pasa?
-Está muy, muy enferma.
Terminal.
-¿No hay tratamiento?
-Imposible. No es operable, y ni
todo el oro del mundo podrá salvarla.
-¿Viste? – con mi mejor tono de
estúpido consejero y repetidor de verdades de Perogrullo – Es mucho mejor ser
pobre y sano, como nosotros, que rico y enfermo, como la tía Corina.
-Ah, Piolín querido. Sos un
potz. Puesta a elegir, prefiero ser sana, rica, inteligente, linda, rubia y
alta que enferma, pobre, fea, petiza, negra y opa. Eso es lo mejor. Eso sí que
es una política de estado, y lo demás es cháchara, consuelo de tonto.
Tragando saliva, seguí pensando
en el Régimen de Enseñanza y se me coló en la cabeza otra de las opiniones de
Cachito: estamos leyendo en nuestro blog algunos artículos que dejan filtrar lo
que Cacho llama “brutal complejo mediático informativo” y que yo mismo llamé
alguna vez “complejo jurídico-político-mediático”, por supuesto que brutal
también, pero de alcances algo más amplios.
Por
supuesto que en el GRD no hemos definido su orientación política ni vamos a
hacerlo, ni es deseable que lo hagamos,
ya que somos un plato con muchos ingredientes y especias.El resultado final no
necesariamente será a gusto de todos, y ni siquiera hay un cocinero. Una cosa
sí es clara: todas las opiniones son leídas y estudiadas, y discutidas, y admitimos
que podemos mejorar, pero la opinión es necesaria. Incluso la de los que
piensan que todo esfuerzo por mejorar es inútil, o la de los que opinan que el
neoliberalismo monetarista conservador es la corriente dominante en el mundo y
que el régimen de enseñanza de a FICH no va a cambiarlo. Lo único que queremos,
en esta instancia, es mejorar la enseñanza de las materias de la FICH sin
entrar en mayores consideraciones ético-político-jurídico-económico-mediático.
Eso será según cada uno.
No
hay que darle más vueltas y hay que avanzar – seguía pensando mientras
tarareaba esa chacarera.
-Basta,
Piolín. Me tenés podrida con esa cancioncita. ¿Qué es?
-Una
chacarerita. “En el camino”, de un tal Rafael Amor.
-¿Qué
dice?
-Perá
un cachito – le dije, mientras buscaba la guitarra y afinaba el “si”, una
cuerda muy vieja y estirada. Y me puse a cantar:
En el camino aprendí / que llegar alto no es crecer, / que mirar no
siempre es ver / ni que escuchar es oír / ni lamentarse sentir / ni
acostumbrarse, querer.
En el camino aprendí / que andar solo no es soledad / que cobardía no es
paz / ni ser feliz, sonreír / y que peor que mentir / es ocultar la verdad.
En el camino aprendí / que la ignorancia no es no saber / ignorante es
ese ser / cuya arrogancia más vil / es de bruto presumir / y no querer aprender.
En el camino aprendí / que puede ser un sueño de amor / abrirse como una
flor / y como esa flor morir / y que en su breve existir / fue todo aroma y
color.
En el camino aprendí / que la humildad no es sumisión / la humildad es
ese don / que se suele confundir / no es lo mismo ser servil / que ser un buen
servidor.
En el camino aprendí / que la ternura no es doblez / ni vulgar la
sencillez / ni lo solemne, verdad / vi al poderoso, mortal / y a tontos con
altivez.
En el camino aprendí / que es mala la caridad / del ser humano que da /
esperando recibir / que no hay defecto más ruin / que presumir de bondad.
En el camino aprendí / que, en cuestión de conocer, / de razonar y
saber, es importante, entendí, / mucho más que lo que vi / lo que me queda por
ver.
-Pensé que esta chacarerita debería
ser de enseñanza obligatoria en escuelas, universidades y reparticiones
públicas.
-Nada que hacerle, Piolincito mío.
Sos un potz irremediable.
Y mientras cavilaba que sí, que a
toda honra no tengo remedio, me puse a pensar en un plan para primero reflotar
y luego resumergir al Setubalito con el tanque lleno de fuel-oil, las baterías
cargadas, el periscopio frotado con limpiavidrios y salir a dar unas vueltas
por la laguna, esquivando bagres (con aletas o de dos patas), reclutando
subversivos y viendo cómo mejoramos ese otro gran bote que por ahora tiene muy
separados a la tripulación del pasaje, y que (al igual que el Titanic) tiene
chalupas de salvataje para muy pocos.
Y entonces, mis queridos chichipíos,
en la hora de los icebergs, desde el Setubalito brindaremos con vermú, papas
fritas y, good show, también seremos arrastrados al fondo, ya que en definitiva
somos muchos pero somos uno, el que no eligió tocar en la orquesta. Y mientras
nos hundimos podremos mirar para arriba, porque desde el camino y con los años
los chanchos aprendimos a mirar p’arriba y algo de aviones sabemos.
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