Schuster es
el principal rival de Barbieri de cara a la asamblea convocada el 5 de
diciembre.
“En la
universidad hay un malestar sordo, que no se expresa de viva voz, que recorre
los claustros, que está en las aulas, en los laboratorios, en los colegios, en
los hospitales, y que es el malestar de una universidad que no tiene rumbo”,
dice Federico Schuster, ex decano de Ciencias Sociales, ahora el candidato a
rector de la UBA que impulsan las mayorías de profesores y graduados de su
propia facultad, de Ciencias Exactas y de Filosofía y Letras, así como minorías
de otras unidades académicas. En esta entrevista con Página/12, Schuster,
filósofo y docente, explica cuál es el proyecto de universidad que representa y
se pronuncia a favor de una reforma del cogobierno universitario. También
diferencia a sus propuestas de las que encarna la candidatura a rector de
Alberto Barbieri, el decano saliente de Ciencias Económicas, apoyado por
sectores radicales y aliados. “Me gustaría hacer un debate público con Barbieri
para que el colectivo universitario escuche las propuestas”, avisa.
–¿Por qué se
postula como candidato a rector de la UBA?
–Pertenezco
a un espacio en el que trabajamos colectivamente hace bastante tiempo,
integrado principalmente por las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, de
Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales, junto a algunas minorías de Medicina
y Farmacia. Tenemos una profunda convicción universitaria y de compromiso
nacional, político y social, que mira hacia la transformación de la universidad
con convicciones democráticas. Creemos que la universidad que se pretendió
refundar en 1983, bajo el modelo virtuoso que se inició en 1958, no tenía nada
que ver con los tiempos que se vivían en ese momento. Del ’83 a la actualidad
no ha habido una discusión sustancial acerca de qué UBA queremos tener. El
mundo no tiene nada que ver con lo que era, América latina ha cambiado, al
igual que la Argentina y la propia universidad. Es una universidad que debe dar
oportunidades a todos los ciudadanos a estudiar, pero es imprescindible pensar
cómo se hace para garantizarles una universidad de calidad. La UBA se ha ido
estancando y en esa parálisis ha perdido la excelencia que tenía en algunas
áreas.
–¿Qué
orientación política tienen los sectores que apoyan su candidatura?
–El espacio
es plural y representa el apoyo principalmente de profesores y graduados.
Tenemos el apoyo de pequeños y aislados sectores estudiantiles. Pero la verdad
es que quisiéramos tener más. Queremos trabajar con los estudiantes para pensar
una nueva universidad. La universidad que hay que construir se construye entre
los distintos espacios y los distintos claustros. Los estudiantes siempre han
sido sujetos dinámicos de esta universidad, pero me parece que hoy ni los
profesores cambiamos la universidad sin los estudiantes ni los estudiantes la
cambian solos.
–Uno de los
reclamos de los estudiantes es la modificación del estatuto de la UBA en lo
referido al cogobierno. ¿Cuál es su opinión?
–Creemos que
hay que cambiar el estatuto, pero se debe hacer dentro de las normas vigentes.
Hay que convocar a la asamblea y para ello debemos construir una fuerza
política. Ya hubo un intento hace pocos años, se inició un debate, hay muchos
proyectos presentados y hubo algunos avances. Sin embargo, no se llegó a
producir dictamen en lo que respecta al cogobierno. Hay que volver a
discutirlo. El estatuto actual no es malo, sino que pertenece a otra
universidad, que no se corresponde con la actual. Debemos evitar la
sacralización formalista del estatuto, ya que debe ser la definición en el
papel de la universidad que queremos.
–¿Qué piensa
sobre las tomas en varias de las facultades por parte de los estudiantes
durante las últimas elecciones de decanos?
–El
impedimento de la elección de los decanos no sirve. O nos sentamos y tratamos
de llegar a un acuerdo para avanzar en una mejor universidad, o vamos a
terminar siendo parcialmente responsables de la decadencia de la institución.
–¿Están de
acuerdo con la “democratización” que plantean los alumnos?
–En parte
concordamos. No estamos de acuerdo con la idea de una persona un voto, porque
eso dejaría a los docentes sin incidencia alguna, y creemos en que no tienen un
rol menor. Lo que hay que debatir es cómo se logra un equilibrio para que todos
los sectores tengan una representación adecuada. No sólo los estudiantes deben
tener peso, sino que también deben participar los auxiliares docentes, los no
docentes. El debate fundamental es qué universidad queremos, y en él todos
tenemos que ser partícipes. Las agrupaciones estudiantiles son las que de
alguna manera expresan un síntoma universitario, y debemos ir más allá del
síntoma. El síntoma es el problema de la representación, de la democratización,
que hay que resolverlo ya. Creo que en la universidad hay un malestar sordo,
que no se expresa de viva voz, que recorre los claustros, que está en las
aulas, en los laboratorios, en los institutos, en los colegios, en los
hospitales y que es el malestar de una universidad que no tiene rumbo. Y eso
hay que discutir, no se agota en el tema de la representación.
–¿En qué se
diferencia su propuesta de la del otro candidato a rector, Alberto Barbieri?
–Lo quiero
escuchar al doctor Barbieri. No he visto la propuesta de él, aunque sí he
observado su gestión como decano de Económicas. Creemos que nuestra propuesta
está orientada hacia un proyecto de universidad diferente. Me gustaría incluso
hacer un debate público con Barbieri para que el colectivo universitario
escuche las propuestas. Basándonos un poco en lo que vemos como prácticas
académicas, entendemos que el modelo que plantea el sector que está apoyando a
Barbieri resalta la cualidad profesionalista. No lo veo orientado hacia la base
de producción de conocimiento, sino que se enfoca en la relación entre la
universidad y la sociedad en términos de intercambios de venta de servicios, de
consultoría.
–¿La
diferencia radica en el perfil de egresado que proponen?
–Claro, sí.
Cuando digo que no queremos una universidad profesionalista, no quiere decir
que nos neguemos a formar profesionales, quiere decir que el profesional que
queremos formar tiene que ser crítico, con compromiso social y ético, capaz de
reflexionar sobre su propia práctica y poner en cuestión las bases de su propio
conocimiento, es decir, quebrar la idea de que la técnica o el profesionalismo
es algo aséptico, separado de las teorías.
–Su espacio
apoyó en 2006 la elección del rector saliente, Ruben Hallu, y luego tomó
distancia de él. ¿Qué opina de su gestión al frente de la UBA?
–Cuando
acompañamos al doctor Hallu fue porque veíamos que la imposibilidad efectiva de
elegir autoridades nos estaba conduciendo a una crisis de enorme gravedad.
Entonces hicimos un acuerdo de gobernabilidad que en los siguientes cuatro años
sacó a la UBA de una situación de crisis profunda, no fue lo que nosotros
hubiéramos construido, pero era un momento complicado. Mi idea era que el
rector Hallu era de transición, para que luego discutiéramos nuevamente las
autoridades. Por eso, en la reelección del 2010 nos retiramos del acuerdo de
gobernabilidad. Sobre la segunda gestión creo que, a pesar de mi respeto por el
rector, se burocratizó, se estancó la universidad. No se pudo avanzar en cosas
como pacificar la universidad, se continúa sesionando (en el Consejo Superior)
en situaciones de resguardo con vallas. Tenemos que poder generar un espacio
universitario de convivencia. Lamentablemente, nada de eso se pudo hacer. Hoy
la universidad no puede esperar más para que efectivamente se salga de ese
formalismo que santifica las discusiones reglamentarias, con un Consejo
Superior totalmente aislado de la universidad. Debemos apuntar a una
universidad más integrada.
Entrevista: Laura Guarinoni.
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