Diálogos sobre la experiencia del trabajo en la universidad (1)1
Por: Oscar Vallejos (ADUL) / Alicia Naput (SITRADU)
OSCAR :
1. El término “malestar” es definido por el Diccionario de la Real Academia Española de la
Lengua de este modo:
Desazón, incomodidad indefinible.
Es una indicación de una matriz de producción de subjetividad y el trabajo intelectual exige
identificar las fuentes de esa incomodidad y si pueden trazarse sus lindes.
2. La conversación sobre el trabajo académico o docente en los días de paro se expresa
como un malestar. Entiendo que esto sucede porque los frutos del trabajo no nos son
enteramente externos.
3. El fruto doble de nuestro trabajo: la transmisión (construcción) de saberes de manera
conjunta con el estudiantado y el encarnar experticia en nuestro propio cuerpo. De manera
que la suspensión de nuestro trabajo nos compromete de manera directa en aquello que
esperamos sus resultados. En general se plantea el vínculo fundamentalmente con la
transmisión y la relación con el estudiantado. Sin embargo aquelle menos externo es lo que
termina siendo una construcción para nosotros mismos: la identidad, por ejemplo. Pero
también, como indica Alicia Naput, la cuestión del prestigio; a lo que puede agregarse la
cuestión de la autoridad.
En la conversación sobre los frutos de nuestro trabajo suele plantearse que producimos
egresados, profesionales y esto es un modo muy estrecho de plantear la cuestión de la
transmisión. Como Wittrock indica:
“Partes y piezas del conocimiento surgido en la universidad se introducen constantemente
en el discurso cotidiano de la sociedad, ofrece información y municiones para el debate
público y, lo que es más fundamental, aunque pasa más inadvertido, para las
reconceptualizaciones básicas del orden social.” (Björm Wittrock: Las tres transformaciones
de la universidad moderna, p. 331)
4. Por ello es fundamental entender lo que planteo en la Carta a las y los estudiantes. La
actividad sindical universitaria hizo visible instituyó una dimensión que es externa a
nosotros: las condiciones de posibilidad del trabajo académico. Esta discusión es propia,
digamos, del trabajo académico.
5. Quienes trabajamos como docentes solemos decir en tiempos de paro: perdemos las
clases. Y eso plantea que el trabajo sindical todavía tiene que hacer comprender esta
exterioridad de nuestro trabajo; que lo que motiva el paro es un desajuste con la patronal
que controla las condiciones de posibilidad de nuestro trabajo académico. Es sustantivo el
trabajo político de mantener a raya estas condiciones externas; es decir, de no tratarlas
como si fueran ellas las que nos definen como si estuvieran produciéndonos del mismo
modo que aquellos procesos que instauran los frutos de nuestro trabajo.
ALICIA :
Además de lo pertinente de la pregunta por el malestar me parecen claves las definiciones
de los puntos 2 y 3. Los frutos del trabajo no nos son enteramente externos y ese fruto
(doble) produce una gratificación que se suspende con el paro. A riesgo de caer en
psicologismos (o sea en una interpretación empobrecida del asunto) creo que hay en juego
una cuestión de visibilidad, de prestigio (narcisista) del trabajo académico que queda
dañada, resentida por la dinámica de la huelga (yo “siento” que esta condición individualista
de una notable superficialidad ha adquirido una preeminencia sobre otras formas de
gratificación vinculadas con la profesión académica, directamente proporcional a la
despolitización de las prácticas de enseñanza, investigación y extensión ese
desvanecimiento de la dimensión colectiva, ese espacio deliberativo de construcción en
común; esa especie de espacio de confianza que espera de nosotrxs, nos exige y nos
sostiene). Yo creo que eso se combina con el desprestigio de la enseñanza como oficio,
ligado en cierto modo a una práctica artesanal (una de sus dimensiones). Nuestras tareas
en la Universidad articulan (o sueldan torpemente, a nuestra costa) lógicas diversas: la del
credencialismo mercantil, la del cientificismo (a veces coinciden y a veces no), la de las
relaciones familiares (la lógica corporativa de la federación de cátedrasfeudos),
la del productivismo científicotecnológicomercantil (el de la Universidad de la “hibridación”), la de
las relaciones epistémicas y políticas tramadas en la transmisión y la diversificación de las
acciones en común (aquí hay un trastocamiento no sólo de las relaciones de autoridad, sino
del sentido y las formas de los saberes).
Considero que tenemos que poder distinguir para valorar, sostener y hacer que proliferen,
aquellas tareas que nos ligan a nosotrxs mismos y a lxs otrxs de un modo genuino, es decir
que nos expresan y nos forman, nos mejoran humanamente...y cuáles son las condiciones
básicas para que esas tareas puedan desarrollarse. Pienso en voz alta: estudiar para
comprender mejor, compartir ideas, descubrir que no se piensa sino en diálogo, acompañar
la formación de lxs estudiantes, compartir su descubrimiento del mundo, verlxs
crecer...aprender de/en situaciones insospechadas, asombrarse de cuánto puede
aprenderse acercándose a las experiencias sociales más diversas, más extranjeras…y
como decía el maestro Cavell “descubrir/advertir/percibir que el mundo no está hecho solo
para soportarse…”
Dos cosas más diría: Esas “tareas” que nos gratifican se despliegan muchas veces (las más
de la veces) en los bordes de la vida académica normal o “fuera” de ella. Esta certeza
debiera conducirnos a interrogarnos acerca de qué formas debería adquirir la temporalidad
de la huelga para ofrecernos a nosotrxs mismos la posibilidad de esa gratificación. Y para
aprender de ella…
Releo un cuento de Pavese que siempre amé. “Trabajar es un
placer” http://www.docfoc.com/105pavesecesaretrabajaresunplaceritalia
…Y pienso que nosotrxs estaríamos entre unos y otros...(los trabajadores industriales y administrativos de
la ciudad y los campesinos). Sufrimos y protestamos contra las condiciones de trabajo como
los empleados que se pliegan a huelgas obreras en aquel Turín de Pavese que
advertimos se nos imponen; por un lado y, por otro, parecemos encarnar las ilusiones de
esos campesinos, del relato, como si no tuviéramos patrón…o como si tuviéramos control
pleno sobre el fruto de nuestro trabajo; sobre todo cuando estamos más proclives a sufrir la
alteración de la normalidad institucional, que a situarnos reflexivamente en ella...para
pensar, para pensarnos, para proyectar imaginariamente modos de trabajar, de resistir en la
Universidad, por ejemplo: mientras le hacemos espacio a todxs lxs que resisten…mientras
le hacemos espacio a todo lo que en la sociedad se altera (afortunadamente) e interrumpe
el curso sostenido de la reproducción de la injusticia y la infelicidad.
Pienso también que habitar reflexivamente ese espacio de alteración institucional requiere
mucha tenacidad, paciencia y osadía, a la vez.
1 Copyright©2016. Autorxs: Oscar Vallejos/Alicia Naput.
¡Copia este texto! Los textos que componen este trabajo se publican bajo formas de licenciamiento que
permiten la copia, la redistribución y la realización de obras derivadas, siempre y cuando
éstas se distribuyan bajo las mismas licencias libres y se cite la fuente. El copyright de los
textos individuales corresponde a los respectivos autores.
Este trabajo está licenciado bajo un esquema Creative Commons Atribución CompartirIgual
(CCBYSA)
4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje su mensaje, y debajo, su nombre y email.